La tartamudez es la palabra con que generalmente conocemos a la espasmofernia, disfernia o disfluencia del habla.
Un trastorno comunicacional que tiene como característica la interrupción involuntaria al hablar y viene acompañada de miedo, estrés, así como de tensión muscular en la cara y el cuello.
La causa específica que genera este desorden no se ha encontrado aún, pero diversos estudios demuestran que es en un 80% hereditaria y en un 20% de origen bioneurológico.
Entre los dos y los cuatro años comienza a hacerse visible, aunque puede llegar a confundirse con las dificultades que tienen los niños para hablar durante esa etapa.
Según las estadísticas, tan solo uno de cada veinte niños llega a tartamudear y un gran número de ellos logran superar el trastorno durante la adolescencia.
Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan quienes tartamudean es al cuestionamiento sobre su inteligencia, habilidad emocional y burla, generándoles efectos negativos a nivel psicológico y llevándolos a aislarse socialmente.
Síntomas de la tartamudez:
La repetición de los sonidos al hablar, partes de las palabras o de las frases.
Sensación de ansiedad cuando toca hablar, sobre todo si es en público.
Síntomas físicos de timidez al hablar con otra persona (rubor, sudoración).
La presencia de tics continuos, pueden ser movimientos de cabeza u ojos.
Falta de control y escasa coordinación al hablar.
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