Narración popular que cuenta un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos o maravillosos del folclore, que en su origen se transmite de forma oral.
Algunas de las leyendas de Durango más populares son la monja de la catedral, el hombre sin cabeza, las piedras azules del río Tunal o la zona del silencio.
Leyenda de Durango: El Castillo de los menores
Se cuenta, que la montaña es un palacio hechizado, que perteneció a una majestad joven sumamente hermosa, quien rechazó, una promesa de matrimonio, que su señor padre ya se había comprometido. Este recurrió a la brujería y transformó el lujoso alcázar en una enorme piedra.
Cuentan los habitantes, que a ciertas horas del día y de la noche se oye sonidos de cornetas y clarines similar a las llamadas, para alguna ordenanza real igual como lo mencionan los cuentos o se ven en las películas. Que cada jueves santo por poco tiempo, se abre una puerta grande dejando ver el hermoso decorado del interior del palacete. Un anciano llamado Anselmo Gracia tuvo la suerte de verlo y lo describe como un castillo medieval, que contiene un foso custodiado por dragones.
Tiene un puente levadizo que lleva al palacio, es de mármol blanco con torres y torreones en las esquinas. Tiene salones con paredes de marfil que tiene incrustaciones con piedras preciosas.
Los traidores eran alimento de los dragones
Don Anselmo contó, que recorrió todo el palacio, hasta las mazmorras donde encerraban a los prisioneros para servir después como alimento de los dragones. Lo llevaron con la reina y le dijo, Anselmo todo el castillo con mi corte estamos hechizados, requiero de una buena persona para romper el encantamiento.
Para romper la maldición se necesita que te regalen un recién nacido varón, para que le cortes la cabeza, lo agarras de los pies y lo desangras sobre una piedra negra que está en lo más alto de la montaña. Esto lo haces antes que termine el día de jueves santo antes que el sol se vaya.
Si se rompe el hechizo resurgirá el reino
Y todos los pueblos a su alrededor desaparecerán, de pronto la reina se puso a llorar, don Anselmo se retiró del castillo impresionado por lo que escuchó. Le invadió la tristeza por no poder cumplir la encomienda de la soberana y no se pudo romper la maldición.
Se ubica a pocos kilómetros de San Juan del Rio y está el ejido de los Menores cerca del lugar hay una formación rocosa en forma de prisma rectangular.
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